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Las formas, las imágenes y los colores transmiten emociones y sensaciones.
No obstante, poseen una personalidad propia que para algunos despierta emociones gratas y para otros, imágenes de emociones agresivas, alegres, tristes...
Algunas de estas emociones son universales, independientes del lugar y del tiempo.
Por ejemplo, el mar y el horizonte lejano despiertan en todos nosotros un sentimiento de viaje a otros lugares o hacia el mundo interior, así como un sentimiento de reencuentro con uno mismo.
Estas imágenes suponen una parte integrante y activa de la identidad psíquica de cada persona, ya que son activas desde el mismo momento en que nos exponemos a ellas.
Además, dado que son universales y comunes, constituyen un elemento de referencia.
Forman parte de lo que Jung bautizó como el subconsciente colectivo y se las denomina arquetipos.
Dicho de otro modo, son referentes psíquicos universales.
Cuando usted elige un color, no expresa un análisis de los valores cromáticos, sino que manifiesta inconscientemente su atracción o rechazo por las emociones que suscita dicho color.
De este modo, indica sus preferencias en una escala de referencia universal.
Usted señala las emociones que le resultan cautivadoras o molestas y, de este modo, expresa su identidad.