Hay que vivir la vida, avanzar, construir, moverse, seguir adelante. Intentar siempre proponer,
pero sin luchar contra los demás, condicionarlos ni obligarlos.

Hay que abrirse a los demás, darles nuestro calor, aportarles alegría y brindarles nuestra amistad.
Hay que divertirse. Hay que hacer que brille el sol que cada uno lleva en el corazón. Hay que brillar.
Pero también hay que respetar el espacio de los demás, hay que guardar las distancias, sin invadir ni reclamar su atención.

Así es como podrás gestionar las cosas, conseguir una estructura y un equilibrio.
Sin intransigencias ni imposiciones.
Así es como encontrarás el amor.

Hay que emocionarse, llorar, sentir. Hay que abrirse a los propios sentimientos.
Hay que tratar a los demás con ternura.
Pero no hay que llorar por el niño que llevamos dentro, no hay que paralizarse.

Necesitamos tiempo de recogimiento, tiempo de repliegue y de soledad.
Necesitamos tiempo para aprender, para evaluar, para comprender.
Tiempo para profundizar.

Pero todo lo que habrás aprendido, tendrás que enseñarlo,
no imponerlo. No caer en la intolerancia.

Así es como podrás abrirte a lo profundo. Así encontrarás lo Divino.
Así encontrarás la belleza, la creatividad y la sutileza. Pero sin entrar en el caos.
Entonces verás las señales.

Thierry Leroy